Dos hackers españoles han vuelto a poner en entredicho la seguridad de Whatsapp. El fallo encontrado permite modificar el remitente de un mensaje para simular que alguien envió un mensaje a nuestro teléfono móvil.
Si a esta «pequeña» grieta de seguridad le sumamos que, Whatsapp cuenta actualmente con una cifra, nada despreciable de unos 500 millones de usuarios, la grieta ya empieza a ser algo más serio. Y si además le añadimos que cada vez son más los casos en los que se presenta el uso de Whatsapp como prueba en un juicio la cosa se complica mucho más. Tenemos muchos ejemplos pero quizás el más reciente sea uno del 2 de Julio donde un Juez examinó las transcripciones de las conversaciones de Whatsapp mantenidas entre un profesor imputado por abusos y sus alumnas.
Todo esto no hace más que poner de manifiesto la cada vez más importante figura del Perito Judicial Informático ya que para probar la validez de este tipo de evidencias debe hacerlo un especialista o de lo contrario se corre el riesgo de que las evidencias se desestimen.
Otro dato interesante es que aproximadamente una de cada 20 pruebas está falsificada y los fallos de seguridad como el comentado al inicio no hacen más que alimentar este tipo de falsificaciones ya que cada vez son más difíciles de probar.
Creo que hay dos vertientes hacía las que deberíamos avanzar para mejorar en estos aspectos, una recae en el lado de las empresas de mensajería (más ejemplos en la imagen anterior), y es que deberían invertir mucho más en seguridad para poder ofrecer a sus clientes una visión mucho más preventiva adelantándose a estos fallos, y por otro lado, la vertiente judicial que debería evolucionar a un ritmo similar al de la tecnología para evitar que este tipo de «pruebas» estén reguladas por leyes que pueden llegar a ser más antiguas que las propias herramientas que las generan, como es el caso del Whatsapp fundado en el 2009 y regido por las leyes de Enjuiciamiento Civil del año 2000.
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