Ya sabéis que ando inmerso de pleno en un aprendizaje del que voy muy pero que muy escaso, aprender a decir que NO.
Este año ha sido muy productivo a nivel profesional, poniendo en marcha varios proyectos, no todos con el mismo éxito pero de los que he podido obtener mucho feedback.
Paradójicamente una de las primeras cosas que he aprendido es que obtienes más aprendizajes de los proyectos que no salen bien que de los que funcionan.
Hace un momento he leído la última publicación de David Baldoví, con la que no puedo estar más de acuerdo, como él dice a veces es necesario pararnos y analizar en que se está convirtiendo nuestro día a día para cambiar lo que no queremos y volver a coger las riendas de tu vida.
Como he comentado alguna vez en este blog, mucha gente va a intentar convertir sus prioridades en las nuestras. Que lo consigan o no depende única y exclusivamente de nosotros.
Aprendizaje
He aprendido que no puedes (y por extensión tus proyectos, trabajos, etc) agradar a todo el mundo. Si a alguien no le gustas, es OK, seguramente tu trabajo/proyecto/persona no sean para él.
He aprendido que la libertad y el éxito se deben sentir dentro de cada uno. Es decir, de que te vale vender una vida muy exitosa y libre si luego no eres capaz de elegir en que invierte tu valor más preciado, tu tiempo.
He aprendido que si quieres obtener resultados distintos no puedes hacer lo mismo que todos.
Deberes
Como todo, los aprendizajes son muy útiles pero ellos solos no te van a mover del sitio si tu no te mueves.
Intentaré decir más veces no y no acompañarlo nunca de un «lo siento». Ser dueño del máximo posible de mi tiempo sin decir lo siento porque solo tienes que dar explicaciones cuando no obtienes resultados.
Desconectar. Durante 24 horas a la semana, probablemente en domingo, voy a forzarme a dejar el iphone en el cajón y vivir para sentir no para contarlo.