Vivimos en un mundo dominado por el ego.
Solo hace falta darse una vuelta por las redes sociales para comprobarlo.
Tal y como se dio cuenta el biógrafo romano Plutarco, el ego ama la alabanza, pero también la culpa. De hecho, ama cualquier tipo de atención.
Ser conscientes
Todo lo que debemos hacer es, algo tan sencillo o complicado como, ser consciente que tenemos ego.
Podemos definirlo como la valoración excesiva de uno mismo.
La mayoría de las personas viven sus vidas sin darse cuenta de que su ego está dañando su trabajo.
Mantén el control
No culparse ni alabarse demasiado. Esto también tiene que ver un poco con la filosofía estoica, de la que ya os hablé en su día.
Cuando te culpas excesivamente por las cosas que salen mal, terminas odiándote a ti mismo y, en última instancia, a todos los demás.
Y cuando haces lo contrario, terminas amándote de una manera poco saludable. Eso también se llama narcisismo. Un poco nunca duele.
Pero cuando te excedes, sacrificas la calidad de tu trabajo.
Por lo tanto, no nos culpemos ni nos elogiemos demasiado.
Celebremos el proceso, no los resultados.
Combate el «yoísmo»
Estos son algunos consejos que he leído y que creo que nos pueden ayudar a combatir esta valoración excesiva de nosotros mismos:
- Entrega el trofeo
- Deja que sean otros quienes tienen la razón y permite que los demás ganen mientras tú simplemente, observas, aprendes, internalizas e implementas.
- Práctica el anonimato
- Ponte como meta hacer buenas acciones sin que se sepa que fuiste tú, eso te ayudará a conectar con tu verdadera satisfacción.
- Ponte como meta hacer buenas acciones sin que se sepa que fuiste tú, eso te ayudará a conectar con tu verdadera satisfacción.
Referencias: